¿Cuál es el vampiro energético más temible?
- ¿Alguna vez sientes ganas de hacer una cosa y luego hacer otra?
- ¿Alguna vez te has comprometido contigo mismo y luego lo has roto?
- ¿Alguna vez tomas decisiones y haces cosas sabiendo perfectamente que te vas a arrepentir?
- ¿O no hacer cosas que sabes que serían lo mejor para ti?
¿Cómo? ¿Muy a menudo? ¿Todo el tiempo? ¡Está bien, eso significa que eres humano!
¿Quién es el vampiro energético más temido?
La sensación que tenemos casi permanentemente, de sentir una «fuerza» interior que nos empuja en una dirección no deseada, que parece boicotear todos nuestros esfuerzos por mejorar y sobre la que parecemos no tener control, se conoce desde que el mundo existe: Sócrates siempre hablaba de su «demonio», San Pablo, en su carta a los Romanos, se pregunta por qué «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero», Fausto se quejaba de que «dos almas moran en mi cuerpo» -por citar sólo las primeras que me vienen a la mente-.
Y, a menudo, la lucha contra esta “fuerza” nos deja tan frustrados y agotados que nos preguntamos: ¿cómo es posible? Y no es casualidad que, para explicar esta fuerza, prácticamente todas las religiones hayan creado el concepto del “diablo” que nos tienta y nos hace desviar del camino correcto.
El psicoanálisis sustituyó el concepto de “diablo” por el de “subconsciente”, pero más allá de aportar un matiz “científico”, no explica mucho más. La psicología evolutiva es un poco más precisa y nos muestra cómo la mente, más allá de su aparente unidad, está compuesta por una enorme cantidad de departamentos, cada uno tratando de lograr su objetivo y creando así inevitablemente conflictos a nivel sistémico.
“Sistema”: ésta es la palabra clave cuando se trata de energía.
Un sistema es un conjunto de recursos – humanos, tecnológicos, financieros – dirigidos hacia un fin común: una empresa que quiere obtener beneficios, un equipo deportivo que aspira a la victoria, un ejército que combate al enemigo, un país que intenta elevar el nivel de vida de sus ciudadanos, todos son sistemas; y definimos «energía» como la capacidad de un sistema para lograr su objetivo (muchas veces se confunde la energía con el combustible, y esto es un gran error: la gasolina o la electricidad, por sí solas, no sirven de nada si no se introducen en el sistema adecuado y se utilizan correctamente).
Si todos estos recursos están alineados y tirando en la misma dirección, el sistema logra el máximo rendimiento. Si un recurso actúa de forma inconsistente con el objetivo del sistema, no sólo es inútil, sino que en realidad ralentiza –y a veces incluso bloquea– todo el sistema.
Y esto es independientemente del esfuerzo que se ponga: imagina que estás en un barco, junto con otros, que tiran de los remos: si todos tiran en la misma dirección, la velocidad es máxima y el barco llega fácilmente al destino deseado. Pero si cada uno tira en una dirección distinta, el esfuerzo es máximo, el agotamiento es total y los resultados inexistentes.
Ésta es la esencia misma del liderazgo: tomar un grupo de recursos y personas que tienen sus propios intereses y actúan independientemente, y darles un objetivo común para alcanzarlo trabajando en sinergia. Ya sea un político, un CEO o un entrenador de equipo, un verdadero líder es el que comparte con la gente una visión tan convincente que los convence de dejar de lado sus mezquinas ambiciones egoístas, conflictos, celos y cosas personales, para participar en la creación de algo más grande, que nadie podría lograr solo.
Y el hombre también es un sistema.
En su interior, ya sea a nivel físico o psicológico, operan una enorme cantidad de subsistemas, cada uno con tareas y ambiciones diferentes, a menudo en conflicto entre sí. La sensación de fuerzas misteriosas que nos empujan en direcciones diferentes no es, por tanto, una metáfora, sino el resultado de una lucha interna entre dos «departamentos» que -paradójicamente- ambos quieren nuestro bien: la discusión nos llevaría demasiado lejos, pero a menudo, el primer paso en la psicoterapia es dejar de luchar con uno mismo, aceptar el comportamiento «inapropiado» y comprender cuál es la intención positiva que hay detrás de él.
Sin embargo, sin recurrir a la psicoterapia, el método más sencillo para librarse de esa sensación de mente dividida, de conflicto interno, de falta de decisiones – que son los vampiros energéticos más poderosos, nos dejan agotados y nos impiden conseguir cualquier resultado – es ofrecer a nuestros recursos internos una visión y una meta tan grande y atractiva que dejen de lado las pequeñas tensiones y preocupaciones y se alineen con esa visión.
Cualquiera que haya participado en un curso de desarrollo personal ha hecho, por supuesto, el ejercicio sobre los objetivos, ha aprendido a formularlos correctamente, a comprobarlos, a utilizar el modelo SMART, a hacer un plan de implementación, etc.
Si bien la validez de este enfoque es máxima y debería utilizarse siempre que sea posible, tengo una visión un poco más ambiciosa, de la que hablé en un artículo que republico aquí: Objetivos SMART o GENIUS.
Repito, “energía” se refiere a la capacidad de un sistema para lograr su objetivo, y un sistema en el que los recursos están alineados está en un “estado de flujo”, un estado del que hemos hablado muchas veces; A menudo nos quejamos de nuestra “falta de energía” y buscamos diferentes métodos para elevar nuestros niveles energéticos, pero lo cierto es que tenemos energía de sobra, pero la desperdiciamos luchando con nosotros mismos: no nos damos cuenta de que si no resolvemos la serie de conflictos internos, no estamos haciendo más que levantarnos y luchar contra nosotros mismos. Es exactamente como tener un coche con las ruedas desalineadas, el freno de mano puesto y querer ponerle un motor más potente: el esfuerzo será máximo, pero los resultados, mínimos.
La discusión sobre la energía, obviamente, es mucho más amplia y veremos cómo hay una serie de implicaciones inesperadas, que –te aseguro– cambiarán por completo tu perspectiva sobre la energía personal, las metas, el dinero, las relaciones, etc.
Un paso hacia la manifestación de nuestro máximo potencial es verificar que todas las partes de nosotros estén alineadas hacia el mismo objetivo.
Hablaremos del resto en un próximo artículo dedicado a la energía y la vitalidad.
Nos vemos pronto.
Un saludo